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Camino a Naín

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Por: Paola Valverde Alie r Mientras escribo estas palabras, mi hijo juega con sus dinosaurios en la tina. Ya los ha vacunado y les ha lavado los dientes a cada uno. Habla con ellos, se sumerge en el agua y los abraza. Yo lo observo desde la puerta que da al baño, le he puesto música relajante y aceite de lavanda (su favorito para dormir). Hace un mes, en la oficina del hogar donde creció, recibió la gran noticia: Dennis y Paola, es decir, mi esposo y yo, seríamos sus papás para siempre. Nuestro proceso de adopción fue atípico. Nos conocíamos mucho tiempo atrás; - ¿o cómo decirlo? -, vimos el ultrasonido antes de tiempo. Conocí a mi hijo, sin saber que llegaría a serlo, cuando él tenía tres años. Entré al lugar donde vivía y me conecté de inmediato con el juego, las risas, la ternura de todos los niños. Continuamos yendo todas las semanas; nos convertimos en algo parecido a una familia. Además, teníamos la particularidad de que nuestra oficina quedaba a cien metros del hogarcito. Un

Los adultos que se van

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--> LOS ADULTOS QUE SE VAN Paola Valverde Alier Hace algunos meses hablábamos con un amigo muy querido acerca de nuestro proceso de adopción y la relación con un hogarcito al que visitamos desde hace mucho tiempo. Entre tantos temas, en la conversación surgió un recuerdo y mi amigo me comentó que durante su infancia tuvo un compañero de clase que pertenecía a un hogar de acogida. Era un niño solitario y de pocas palabras; salía de vez en cuando al recreo a jugar con los otros compañeritos. Un día corrieron mucho y cuando regresaron al salón de clases su sudor era más fuerte de lo habitual, razón por la cual su profesor le pidió que pasara al frente de la clase para decirle, en presencia de los otros niños, que debía usar desodorante. El niño avanzó hacia su pupitre con la mirada caída. Cuenta mi amigo que decidió acercársele para preguntarle si no iba a hacer nada, es decir, buscar a la directora o comentarle a alguien de   “su familia”, porque ciertamen

Hablemos de Adopción

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--> Cuando una pareja, o una persona, decide adoptar comienza un embarazo del corazón. Y sí, es un embarazo; cansado y bonito a la vez. Genera emociones de alto voltaje como la ansiedad, la alegría y el amor incondicional. Te da impotencia, se desatan mil preguntas en tu mente. Todo sale de tu control, sabés que lo/la amás, pero no tenés una idea de cuándo vendrá. Y en muchos casos: ¿cómo será tu hijo/a? Hay mil razones para adoptar, nadie debería peguntar o cuestionarlas. No se vale "chismear". Cuando alguien te cuenta que quiere adoptar es porque desea compartir una hermosa noticia, la más bella de todas: viene un hijo/a en camino. Y si no entendés porqué se escogió la vía de la adopción, la respuesta es simple: solo se necesita un corazón fértil para que nazca esa luz.  La gente vive aterrada de prejuicios y miedos. Te das cuenta cuando iniciás un proceso así. Hay quienes lo toman con inmensa alegría y hay quienes te llenan de preguntas y "